PODER POPULAR Y DUALIDAD DE PODERES
Es claro que si nos proponemos construir una sociedad sin opresión ni explotación, tenemos que plantearnos la transformación profunda y radical del Estado Capitalista sobre el que se sostienen los señores del poder y del dinero. Sólo a través de cambios profundos y radicales es como los trabajadores lograremos mejorar de manera verdadera y substancial nuestras condiciones de vida y de trabajo y acabar de una vez y para siempre con la miseria, las desigualdades sociales, las injusticias y la explotación.
Sin embargo, la lucha radical contra el Estado capitalista, es decir contra el poder político sobre el que sustenta el dominio y la explotación la oligarquía nacional y extranjera, no puede realizarse sin la construcción de los órganos de poder del pueblo que depositen en los propios trabajadores y demás sectores oprimidos de la sociedad el ejercicio del poder político, durante todo el proceso de liberación hasta edificar una sociedad liberada como expresión ultima del poder popular, en donde los oprimidos por fin asumen la conducción de toda la vida social para transformar las relaciones entre los hombres, organizando la plena igualdad, la libertad, la democracia y la justicia para los trabajadores.
Las luchas con profundo arraigo popular como la que hoy libra el heroico pueblo oaxaqueño, es el proceso en donde comienza a surgir el Nuevo Poder del Pueblo. Esto es así pues antes las profundas crisis del viejo régimen surgen nuevas instituciones que el pueblo en sus resistencias van construyendo. Nacen bajo distintas formas de organización y formas de gobierno independiente, instaurando los gérmenes del Nuevo Poder Popular, como garantía de desgaste y destrucción del poder de los ricos. En la medida en que el poder popular se fortalece el poder de los ricos se desgasta, es decir, se acumulan fuerzas suficientes para garantizar la toma del poder político por los trabajadores y sus aliados.
La lucha del pueblo de Oaxaca ha crecido de tal magnitud como nadie lo esperaba, al grado de convertirse en un movimiento de grandes perspectivas históricas y geográficas que de ninguna manera debemos hacerlo retrocede con esquemas organizativos que no corresponden al nivel de desarrollo alcanzado por esta lucha. De lo que se trata el día de hoy no es de construir una organización tradicional gestora a la manera de un frente, coordinadora etc. Sino de poder avanzar en los hechos en darle organicidad al poder popular y con esto, en organizarnos para ser gobierno.
Este es el meollo de la discusión actual; o nos organizamos para ser una organización como tantas otras en el país y el mundo, o nos atrevemos a dar los pasos concretos para estructurar y potenciar el poder popular, lo que conlleva necesariamente a estructurar una forma de gobierno distinta y paralela al oficial, en el entendido que no podemos, en estos momentos, tener todo el gobierno en nuestras manos.
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La búsqueda del Poder se orienta en dos significativas direcciones. La primera, el poder para decidir democráticamente en beneficio del colectivo, aceptando y respetando el juicio de los miembros de la sociedad. Aquí estamos ante una práctica del poder como instrumento de los cambios que demanda la mayoría. En este sentido el ejercicio del poder es positivo; es para alcanzar el Bien Común del pueblo. La otra interpretación es el poder que se asume, consciente o inconscientemente, como vicio ambicionado y deseado para elevarnos ante el prójimo, subordinar a la sociedad e imponer nuestra voz de mando. Ese poder que nos genera un halo de superioridad para someter al colectivo nacional, nos aleja de lo que realmente buscamos con las transformaciones políticas. Desde esta perspectiva, el ejercicio del poder resultará negativo para la mayoría y en contra de los postulados fundamentales del socialismo.